La desalación es esencial para enfrentar la escasez de agua, pero requiere un alto consumo de energía. Para abastecer de agua desalada a una familia de cuatro personas, se necesita energía equivalente a la de un refrigerador. Afortunadamente, los avances tecnológicos han permitido reducir en un 80% el uso de energía en este proceso desde los años ochenta.
En Chile, proyectos como la planta desaladora de Nueva Atacama, que utiliza ósmosis inversa, alcanzan una eficiencia energética destacable, con un consumo de solo 2,81 Kwh/m³. Además, la integración de energías renovables está ganando terreno, como demuestra el acuerdo entre Atlas Renewable Energy y Grupo CAP para suministrar energía 100% renovable a la industria desaladora.
Iniciativas como el Acuerdo de Producción Limpia impulsado por Acades buscan optimizar el consumo energético en la desalación, promoviendo una gestión más eficiente y sostenible de los recursos hídricos. Esta integración de energías renovables no solo reduce la huella de carbono, sino que también asegura el acceso al agua de manera respetuosa con el medioambiente.
La eficiencia energética en la desalación se está convirtiendo en un pilar fundamental para asegurar la seguridad hídrica en el país, alineándose con los objetivos de sostenibilidad y contribuyendo al bienestar de las comunidades.